Manifiesto: El mundo que queremos, los valores que defendemos

I. La Educación Nueva comporta un proyecto de emancipación y democratización.

Toda educación es política porque contribuye a forjar la sociedad futura. La Educación Nueva pretende desempeñar plenamente su papel en la construcción de sociedades solidarias y democráticas. Así, la educación basada en la cooperación debe ser una prioridad para acabar con el individualismo y la competencia, pero también con toda forma de exclusión, de explotación, de opresión, de injusticia social. Hacer juntos, a cualquier edad, en comunidad de investigación y de creación, permite descubrir y experimentar la riqueza de la solidaridad y confrontarse en común con las problemáticas e interrogantes, determinantes para nuestro futuro. El objetivo es trazar un camino para que todos los seres humanos se apropien democráticamente de su destino en un proceso de emancipación social e intelectual, individual y colectivo. Actuar juntos con responsabilidad, respetando al otro y a sí mismo, refuerza a cada uno en sus capacidades para construir lo común.

II. La Nueva Educación es decididamente positiva

Rechazando todo fatalismo y exclusión, la Educación Nueva se basa en el postulado de la educabilidad de todo ser humano. Acoge con confianza a cada niño, a cada adulto, respetando su singularidad y sus derechos, en el seno de colectivos educativos lo más democráticos posible. Se apoya sobre el potencial de cada individuo sin inmovilizarlo nunca en una «naturaleza dada». Se trata de hacer posible que todo sujeto llegue a ser verdaderamente protagonista de sus aprendizajes, articulando sistemáticamente cuidado y exigencia en la relación pedagógica. De este modo, la educación puede procurar conciliar la tensión entre una ética positiva de la formación o de la enseñanza y el desarrollo de las competencias de cada.

III. La Educación Nueva promueve una visión emancipadora de los saberes

La Educación Nueva considera que los saberes no son «objetos a transmitir» sino construcciones humanas elaboradas para responder a necesidades sociales y económicas, intelectuales y prácticas, para actuar de manera cada vez más lúcida y libre en relación con el mundo, los demás y con uno mismo. En consecuencia, aprender requiere la confrontación de puntos de vista y la puesta en común de los recursos recíprocos. Los aprendizajes sólo son emancipadores si se realizan movilizando la ayuda mutua, la cooperación y la solidaridad. Porque es así como se desarrolla el deseo de aprender, de escapar a cualquier forma de determinismo de superarse para “construirse a si mismo”.

IV. La Educación Nueva propone, debate e inventa en el seno de colectivos solidarios

La Educación Nueva crea situaciones basadas en la actividad, el intercambio, el ensayo y la reflexión permanente y colectiva sobre las prácticas. Estos enfoques pedagógicos se elaboran en relación con las investigaciones y controversias intelectuales y científicas en todos los ámbitos. La diversidad de situaciones, grupos e individuos, desautoriza la reproducción de métodos estereotipados y requiere que las educadoras y los educadores diseñen su práctica en el marco de colectivos de trabajo. Militar en la Educación Nueva significa investigar, llevar a cabo un proyecto «subversivo», inventar permanentemente para reforzar el poder de acción de los seres humanos en el mundo.

V. La Educación Nueva no se detiene en ninguna frontera

La Educación Nueva se inscribe, desde su creación, en una perspectiva internacional: es la base de solidaridades constructivas y de enriquecimientos mutuos. Se centra con particular atención en la educación para la paz con el fin de construir un mundo justo, democrático y solidario. Agrupados en el plano internacional, los movimientos de Educación Nueva luchan, al mismo tiempo, contra los mecanismos mundiales de mercantilización neoliberal de los sistemas educativos y contra toda forma de adoctrinamiento autoritario de la educación en los sistemas dictatoriales. A través de estas puestas en común, los movimientos organizan una lucha común contra todo proceso con finalidades económicas o políticas contrarias a la ética de una educación emancipadora.

VI. La Educación Nueva se esfuerza por conjugar el decir y el hacer

Los procesos y situaciones de trabajo activadas desde la Educación Nueva y las diversas formas de creación, como la organización de la vida cotidiana, comportan siempre fases colectivas en las que se aprende la cooperación viviéndola. Además, la apropiación de los conocimientos tiene lugar no sólo a través de las interacciones entre las personas sino también mediante la interrelación entre las materias y todas las formas de saberes. La educación es global y no puede olvidar ni el cuerpo ni la mano; el conjunto de las actividades (manuales, de expresión, plásticas, físicas y deportivas, científicas y tecnológicas...) contribuye al desarrollo armonioso de todas y todos. Y estos aprendizajes sólo pueden desarrollarse en un clima de libertad, fundado en la confianza, sobre la base de valores compartidos. Esto implica, por tanto, promover entre los educadores un espíritu de equipo que favorezca el vivir, el hacer y el pensar juntos.

VII. La Educación Nueva contempla a cada criatura, a cada joven, como un ser a la vez inconcluso y completo

Las criaturas necesitan una atención particular porque, si bien son el futuro de la humanidad, son también seres frágiles y preciosos que se han de poder convertir, gracias a la educación, en una ciudadanía activa, crítica y responsable. Los principios de la educación pueden parecer contradictorios (la autoridad. tiene que formar para la libertad, la atención a lo colectivo no debe impedir tener en cuenta las necesidades de cada cual etc.). La Educación Nueva considera a las criaturas y a los jóvenes, a la vez, como seres inacabados y en proceso, y como ciudadanos y ciudadanas cuya palabra debe ser escuchada. Les facilita acceder al conocimiento y a la cultura como bienes comunes al establecer dispositivos y situaciones a través de las que van a aprender a pensar y comprender el mundo, cooperar, ayudarse mutuamente, desarrollar su sentido crítico y su imaginación. Estas condiciones desarrollan la capacidad de actuar en la sociedad para transformarla, mejorar lo que es común y crear una humanidad más justa y responsable.

VIII. La Educación Nueva aboga por una escuela abierta y democrática

Para la Educación Nueva, la escuela debe contribuir a la construcción de una sociedad democrática aún por venir, tanto por su funcionamiento como por las formas de aprendizaje que se despliegan en ella. Se debe vivir en ella, relaciones humanas basadas en la solidaridad entre los actores. Esto debe traducirse en una diversificación de los tiempos y de los espacios, de los modos de agrupación de los alumnos, pero también en su participación en la organización de sus aprendizajes, en la elaboración de su currículo de formación y en la reflexión sobre los métodos pedagógicos empleados con ellos. La escuela debe también integrar los retos de nuestro tiempo: el dominio de las herramientas digitales, la relación con la naturaleza, el desarrollo del espíritu crítico, la apertura a la creatividad y a la imaginación., etc.; la escuela no es una fortaleza o un santuario aislado del mundo, se inscribe en un ecosistema educativo y cultural abierto: los saberes que se construyen en ella solo tienen sentido en coherencia y complementariedad con otros espacios de formación o de coformación: la educación popular, los movimientos pedagógicos, los diversos lugares de la vida democrática y de intercambios entre profesionales y familias.

IX. La Educación Nueva se compromete a aplicar una visión global de la educación

La Educación Nueva considera que una buena salud física, psicológica y social es necesaria para ejercer la capacidad de aprender y desarrollar competencias en cualquier lugar de formación. Actúa para mejorar las condiciones de vida de las familias y, en particular, contra la pobreza que obstaculiza el aprendizaje. Considera que los espacios educativos frecuentados por los individuos, jóvenes y adultos, en los tiempos extraescolares y de educación no formal, las formaciones relacionadas con el trabajo, los tiempos de ocio y de vacaciones son también lugares de educación en el marco de una necesaria complementariedad educativa. El conjunto de los actores educativos del campo de la animación, de la cultura y del deporte contribuyen a este enfoque global de una educación ciudadana donde la Educación Nueva ocupa todo su lugar. En la escuela y en las asociaciones, la acogida y el intercambio entre educadores y participantes de los procesos educativos son esenciales para favorecer los intercambios de competencias y experiencias.

X. La Educación Nueva afronta los desafíos del siglo XXI.

La Educación Nueva quiere preparar a los seres humanos para afrontar colectivamente los nuevos desafíos que se les presentan. Pero los desafíos políticos, culturales, sociales, sociales, educativos, pedagógicos, tecnológicos no pueden hacer olvidar el gran desafío y resto de este siglo, que es el de la preservación de un medio ambiente viable para la humanidad. La lucha contra el cambio climático y la defensa de la biodiversidad imponen prácticas exigentes en el campo educativo. Los «gestos cotidianos» y el trabajo a escala local cobran todo su sentido si están articulados a una eco-ciudadanía más global y su relación con el conocimiento científico es esencial. Por eso, la Educación Nueva asocia a los jóvenes, las familias y las instituciones en acciones colectivas en cada territorio, y fomenta relaciones recuperadas con la naturaleza. Su objetivo es activar las solidaridades entre todos los seres humanos, haciéndoles descubrir su humanidad común, pero también entre los seres humanos y el planeta demostrando que sus destinos están profundamente vinculados. Para preparar el futuro, importa más la movilización que la simple demostración de inquietud.


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